sábado, 31 de diciembre de 2011

La pérdida del objeto amado





Resumen

El presente trabajo busca una respuesta para entender el fenómeno de la crisis de angustia o melancolía en el sujeto posmoderno, producida por la pérdida de la persona amada desde una mirada psicoanalítica. Se expondrán distintas visiones del fenómeno al interior del Psicoanálisis, finalizando con algunas ideas que ligarán el aporte de los textos utilizados con la realidad actual del padecimiento por la pérdida de la persona amada.

Palabras claves
Pérdida, duelo, melancolía, depresión, desamor.

Introducción
En el siguiente ensayo se abordará la crisis de la experiencia de perder a la persona amada, vivenciada por el sujeto pos moderno. Por consiguiente, como esta experiencia o estado mental es común y nos parece natural, el sujeto abandonado se encuentra culturalmente presionado a superar la pérdida del amor casi como una obligación, en donde algunos logran superar de buena manera el duelo, otros lo ocultan por temor a ser criticados por su debilidad emocional, mientras aquellos que no son capaces de remediar la pérdida, son catalogados como sujetos dependientes, débiles o carentes de fuerza interna.

Este trabajo busca encontrar respuestas a las siguientes interrogantes, ¿la pérdida de la persona amada produce sujetos enfermos? ¿Cuál será el origen del sufrimiento producido por la pérdida del objeto amado?, ¿Porqué algunos sujetos padecen en demasía, mientras que otros la superan eficientemente? ¿Cuál es la diferencia entre duelo y melancolía?
Primeramente se abordará la temática mediante el libro “La fatiga de ser uno mismo” aludiendo al concepto de “depresión”, como una manera de comprobar si el sujeto en duelo por la pérdida del objeto amado, puede ser catalogado como depresivo. 
Se introducirán extractos del texto freudiano “El malestar en la cultura” en el cual se describen los tres grandes orígenes del sufrimiento humano y al mismo tiempo, los métodos para evitar tal sufrimiento. 
Por otro lado, se sumará el aporte de Melanie Klein y su texto “El duelo y su relación con los estados maniaco-depresivos”, texto que, aunque alude al duelo por la muerte “real” de un ser querido, es aplicable a la idea de este ensayo, ya que por palabras de la misma autora, “cualquier dolor causado por experiencias dolorosas, cualquiera sea su naturaleza, tiene algo de común con el duelo y reactiva la posición depresiva infantil”. 

Finalmente, se incluirá el texto freudiano “Duelo y melancolía” en donde se explicará la diferencia entre el duelo normal y la melancolía, entendido éste último como el duelo patológico producido como consecuencia de la pérdida de algún objeto o situación amada. Se conocerán las características de un duelo normal, como por ejemplo, la aceptación gradual de la pérdida del objeto amado. Y la contraparte patológica de la melancolía en donde la pérdida del objeto perdido ha tenido lugar en el propio yo, surgiendo los autorreproches que se dirigen desde la conciencia moral.

“El brillo del yo se obtiene a través del amor del otro, de ahí que los duelos son tan complejos, se nos va la luz que el otro aporta "La sombra del objeto cae sobre el yo"

"El que ama ha sacrificado, por así decir, un fragmento de su narcisismo y sólo puede restituírselo a trueque de ser-amado" 

Aparentemente, el origen de la pena vivida por el sujeto que padece, es la pérdida real de la persona amada. Aquello que produce angustia y daño no es la pérdida del amado, sino el hecho de seguir amándolo más intensamente que antes cuando lo sabemos irremediablemente perdido. El individuo en duelo experimenta afectos de dolor, celos, angustia, humillación narcisista, odio y el más importante para este estudio, de “culpabilidad”, ésta se caracteriza en el sujeto por un sentimiento proveniente de la “certidumbre de lo irreparable”, de la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser el objeto de amor de su amado(a).
En el libro “La fatiga de ser uno mismo” las características del sujeto en duelo mencionadas previamente, entre las cuales se resaltó el sentimiento de culpabilidad, parecerían concordar con la concepción de “depresión” expuesta en dicho texto, mediante el siguiente párrafo:

 “La depresión se presenta como una enfermedad de la responsabilidad, en la cual domina el sentimiento de insuficiencia. El deprimido no está a la altura, está cansado de haberse convertido en sí mismo. La depresión indica la impotencia misma de vivir, que se expresa por la tristeza, la fatiga, la inhibición. El deprimido, devorado por un tiempo sin futuro, se encuentra sin energía, enredado en un "nada es posible". Fatigados y vacíos, agitados y violentos, en suma, nerviosos, medimos en nuestros cuerpos el peso de la soberanía individual. Desplazamiento que según Freud, constituye el destino del hombre civilizado”

Así como la pérdida de la persona amada tortura al sujeto, la depresión amenaza a un individuo desgarrado por una compulsa entre lo posible y lo imposible. La depresión es la tragedia de la insuficiencia. Es la sombra familiar del hombre sin guía, fatigado de emprender su marcha al futuro apoyado solamente de sí mismo y tentado a sostenerse hasta la compulsión por los productos y comportamientos culturales.
En conclusión, si la angustia causada por la pérdida del objeto amado alcanza las características de la depresión, podríamos definir que el sujeto en duelo de amor es realmente un enfermo, apoyo estas palabras con un extracto de un párrafo Kleiniano, el cual aporta la relación que existiría entre la ansiedad por la pérdida del objeto de amor y la reactivación de la posición depresiva infantil, la cual se desarrollará más adelante: 

“Durante el duelo formal se reactivan las tempranas ansiedades psicóticas. El sujeto en duelo es realmente un enfermo, pero como este estado mental es común y nos parece natural, no llamamos enfermedad al duelo. Con más precisión, diré que el sujeto en duelo atraviesa por un estado maníaco-depresivo modificado y transitorio, y lo vence, repitiendo en diferentes circunstancias y por diferentes manifestaciones los procesos por los que atraviesa el niño en su desarrollo temprano” 

"Nunca estamos tan mal protegidos contra el dolor como cuando estamos enamorados" 


En el texto freudiano “El malestar en la cultura” se describe al dolor y la angustia producida por “las relaciones con otros seres humanos”, como la principal fuente del sufrimiento de los sujetos. Al mismo tiempo, Freud describe los métodos utilizados por los individuos para evitar dicho sufrimiento. Se resalta en este punto, el método que hace del “amor el centro de todas las cosas”, que deriva toda satisfacción de amar y ser amado. El amor sexual, nos proporciona la experiencia placentera más poderosa y subyugante. El punto débil de esta técnica, es que jamás nos hallamos tan a merced del sufrimiento como cuando amamos; jamás somos tan desamparadamente infelices como cuando hemos perdido el objeto amado y a su amor. Por otro lado, es el “aislamiento voluntario”, o el alejamiento de los demás, el método de protección más inmediato contra el sufrimiento susceptible de originarse en las relaciones humanas, en donde la felicidad alcanzable por tal camino, no puede ser sino el de la quietud. 

"Muchos sujetos en duelo pueden sólo lentamente restablecer los vínculos con el mundo externo porque están luchando todavía con el caos interior”

“Todo dolor es el recuerdo de un dolor antiguo y toda pérdida, la reproducción de una primera pérdida ya olvidada”

“El primer objeto de amor es la madre y todo hallazgo posterior no es otra cosa que un intento por hallar ese objeto primario de amor”

“Lo que recibe el nombre de amor es un destierro con una que otra tarjeta postal desde la tierra natal”


Cuál será el origen del malestar producido por la pérdida del objeto amado. Según Melanie Klein existiría una primera relación entre el duelo normal y la posición depresiva infantil. Para Klein, siempre que se experimenta la pérdida de la persona amada, esta experiencia conduce a la sensación de estar destruido. Se reactiva entonces la posición depresiva temprana y junto con sus ansiedades, culpa, sentimiento de pérdida y dolor derivados de la situación frente al pecho y toda la situación edípica, desde todas sus fuentes. 
Por otro lado, En el duelo de un sujeto, la pena por la pérdida real de la persona amada está en gran parte aumentada, según piensa la autora, por las fantasías inconscientes de haber perdido también los objetos "buenos" internos. “Sabemos que en el sujeto en duelo, la pérdida de la persona amada lo conduce hacia un impulso de reinstalar en el yo este objeto amado perdido”

¿Porqué algunos individuos sufren más que otros y porqué estos últimos poseen las armas para sobrellevar de mejor forma la pérdida de la persona amada? 

Según Klein, las experiencias desagradables y la falta de experiencias gratas en el niño pequeño, especialmente la falta de alegría y contacto íntimo con los seres amados aumenta la ambivalencia, disminuye la confianza y la esperanza, y confirma sus ansiedades sobre la aniquilación interna y la persecución externa; además, lentifica y a veces detiene permanentemente el proceso beneficioso a través del cual, a la larga, se logra una seguridad interior. Por consiguiente, la autora sostiene que “una buena relación con el mundo depende del éxito logrado en la lucha contra el caos interior (la posición depresiva) y en haber establecido con seguridad objetos "buenos" internos”

A modo de conclusión, lo que Melanie Klein aporta es el origen infantil proveniente de una deficiente resolución de la posición depresiva en el niño, como una explicación para comprender por qué la ida de la persona amada origina sufrimiento y porqué para algunas personas es una experiencia tan traumática. Pero independientemente del origen de dicha pena, cómo puede el sujeto posmoderno sobrellevar y superar el dolor que lo carcome, ¿existirán caminos más adecuados que otros, los cuales entreguen un alivio a aquel que sufre en demasía?

Una parte esencial del trabajo de duelo, tal como lo señaló Freud es el juicio de realidad, "En la aflicción, explicamos este carácter, admitiendo un cierto lapso para la realización paulatina del mandato de la realidad, labor que devolvía al yo la libertad de su libido, desligándola del objeto perdido” 
Según Klein, en el adulto, sobreviene el dolor con la pérdida de una persona amada; sin embargo, lo que lo ayuda para vencer esta pérdida abrumadora es haber establecido en sus primeros años, “una buena imago de la madre dentro de sí”. Por otro lado, el sujeto en duelo, si está rodeado de personas que él quiere y que comparten su dolor y si pueden aceptar su compasión, también esto favorece la restauración de la armonía de su mundo interno y se reducen más rápidamente sus miedos y penas.
En conclusión, cuando existe un buen juicio de la realidad, la persecución disminuye, la dependencia hostil frente al objeto, junto con el odio, también disminuye y las defensas maníacas se relajan.  
El penar por el objeto amado perdido también implica una dependencia frente a él, pero una dependencia que se transforma en un incentivo para lograr la reparación y la conservación del objeto. Esta reparación será creativa si está dominada por el temor, mientras que la dependencia basada en la persecución y en el odio es estéril y destructiva. 

Por otra parte, en el texto “Duelo y melancolía”, Freud describe estos dos conceptos como las dos posibles vías que el sujeto en pérdida puede seguir. 

Según el autor, el duelo es un proceso normal, mientras que la melancolía es patológica. Ambos, sobrevienen como consecuencia de la pérdida del objeto amado, en ambos casos existe un estado de ánimo doloroso, una pérdida de interés por el mundo exterior, una pérdida de la capacidad de amar y una inhibición general de todas las funciones psíquicas. Sin embargo, existe una diferencia, pues la melancolía incluye otro síntoma que no está en el duelo, “la pérdida de la autoestima”, lo que se traduce como autorreproches.

La resolución del duelo implica que el sujeto va comprendiendo gradualmente que el objeto amado no existe más. Este trabajo de duelo culmina cuando el yo queda libre y sin inhibiciones, depositando la libido sobre un nuevo objeto. 

En la melancolía, en cambio, la libido libre no fue desplazada sobre otro objeto sino retraída sobre el yo, por ende, se produjo una identificación del yo con el objeto perdido, y de esta manera los reproches del yo hacia la persona perdida se convierten ahora en autorreproches. En el fondo, la pérdida importante ha tenido lugar en el propio yo.

Según Freud, cuando hay una predisposición hacia la neurosis obsesiva, aparece la ambivalencia, con lo cual se amará y se odiará al mismo tiempo al objeto perdido. La melancolía tiene un contenido más amplio que el duelo, ya que en la primera la relación con el objeto aparece complicada por la ambivalencia de sentimientos: en la melancolía, el amor y el odio luchan entre sí, el primero para desligar a la libido del objeto, y el segundo para evitarlo.

Según lo anteriormente expuesto, se extraer otra posible explicación para entender el porqué del sufrimiento producido por la pérdida del objeto amado. El sujeto que padece en demasía podría haber tomado el camino de la melancolía, con esto, podríamos explicar porqué algunos sujetos padecen en demasía, mientras que otros la superan eficientemente, estos últimos, se ligarían a una resolución de la pérdida perteneciente al duelo.

Conclusiones finales

Este ensayo intentó recopilar información para comprender de mejor manera el fenómeno de angustia o melancolía en el sujeto, producida por la pérdida del objeto amado. Desde la mirada del Psicoanálisis, se abordaron diferentes autores competentes en el tema, llegando a las siguientes hipótesis explicativas sobre la problemática:

Primero, que el duelo es un proceso normal, mientras que la melancolía es patológica. Ambos sobrevienen como consecuencia de la pérdida del objeto amado, en ambos casos, existe un estado de ánimo doloroso pero sólo en la melancolía se evidencia la pérdida de la autoestima, una evidente dificultad para depositar la libido en un objeto nuevo y por ende, la dificultad para superar y aceptar la pérdida. 

Segundo, que la pérdida del objeto amado podría generar la reactivación de la posición depresiva infantil o ansiedades psicóticas tempranas. Por consecuencia, el sujeto en duelo podría ser catalogado realmente como un enfermo, pero como este estado mental es común y nos parece natural, no llamamos enfermedad al duelo, es así como el melancólico queda atrapado teniendo como única salida la lucha íntima con su propio caos interior. 

Tercero, que todo dolor podría ser el recuerdo de un dolor antiguo y toda pérdida, la reproducción de una primera pérdida ya olvidada y que en este sentido, una posible ayuda para vencer esta pérdida abrumadora, sería haber establecido en los primeros años, una buena imago de la madre dentro de sí.

Cuarto, que ante la pregunta ¿cómo poder superar una pérdida? una respuesta sería… cuidándose a sí mismo, conociéndose a sí mismo y gozando de nuestros síntomas incurables.


Aldo Dall'orso





2 comentarios:

  1. Yo perdí en Castellón en el que hoy vivo una colección de billetes antiguos... Valiosos incluso más Emocional. Mas de 4 años después y no lo e superado...

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